sábado, 1 de marzo de 2008

la metáfora y el texto narrativo: el espejo en "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez.


Introducción
La literatura latinoamericana, ha sufrido a través del tiempo el duro papel de insertarse en el mundo de los cánones europeos. Uno de los recursos que le permitió, al menos en la narrativa, lograr abrirse camino en lo determinado como “buena” literatura, fue el fenómeno de “Boom de la narrativa latinoamericana”: una brillante generación de escritores que se destacó por su forma original de escribir y por supuesto, por la difusión de sus obras, mediante el respaldo de algunas casas editoriales que le dieron impulso a nuestra literatura.

Dentro de esta etapa de la historia literaria latinoamericana se destaca el fenómeno del “Realismo mágico”. Una forma de discurso que distingue, una parte de la literatura de nuestro continente del resto de la literatura. Con magistral, dominio del lenguaje, uno de los máximos representes del “boom”, el colombiano Gabriel García Márquez, mezcla en sus obras, la cotidianeidad y la magia de esta o bien, la magia y la cotidianeidad de esta. Una de las obras más representativas de esta excepcional forma de apoderamiento del discurso literario es Cien años de soledad, escrita por el escritor colombiano en 1967. En esta obra se describe la historia de una familia regida por la soledad y el ciclo temporal. En este relato el “Realismo mágico” se convierte en un vehículo que permite describir, de manera fantástica el entorno latinoamericano. Es aquí donde vemos que, los tropos son una herramienta indiscutible del realismo mágico.

Ante esta afirmación se aclara que la metáfora, por ser considerada un desplazamiento del sentido, y por su carácter elástico es considerada la “figura literaria englobante”. Es la metáfora un recurso indiscutible para poder enlazar el mundo de lo cotidiano, lo “real” y lo mágico; es un medio que funciona como trasporte de:- lo tangible a lo intangible.- del cuerpo al alma.- de los sensible a lo ininteligible.- del significante al significado.

Para Derrida, por ejemplo, la metáfora es el aspecto que va a diferenciar al filósofo y al sofista del poeta en el intrincado arte discursivo y los diferenciará de la siguiente manera: “El poeta se mantiene entre los dos (el filósofo y el sofista). Es el hombre de la metáfora. Mientras que el filósofo no se interesa que por la verdad del sentido, más allá incluso de los signos y los nombres, mientras que el sofista manipula los signos vacíos y extrae sus efectos de contingencia de los significantes (…), el poeta juega con la multiplicidad de los significados, pero para alcanzar la unidad de sentido” (Derrida, Márgenes de la filosofía, 2006: 287-288)
Es también la metáfora quien le da el carácter “sensible” al lenguaje y debemos entender este “sensible” como el carácter flexible que puede adquirir el discurso mediante este recurso.Luego dirá: “No hay nada que pase con la metáfora y por medio de la metáfora. Todo enunciado a propósito de cualquier cosa que pase, se habrá construido no sin metáfora” (Derrida, “La retirada de la metáfora”, 1989: 37)

La metáfora es concebida como una huella entre estos mundos, es el borde entre el logos y el “no” logos, entre la palabra y el silencio, entre la poesía y el pensamiento. Es mediante el lenguaje (la metáfora) que se pretende acceder el carácter ontológico; por eso se dice que la metáfora: crea, evade, enmascara, confunde, estira, desplaza... el sentido de los enunciados.

Se pretenderá, en el presente reporte dilucidar algunas marcas metafóricas que le dan a la novela Cien años de soledad un valor estético y además epistemológico mediante la utilización del la imagen del espejo.

La metáfora del espejo en Cien años de soledad.
Se va a considerar, para empezar, el valor de la metáfora en la estructura de la historia. Es decir, como está constituida la novela, es una construcción metafórica ya que, ésta constituye un espejo que tiene la particularidad de repetir (tiempo cíclico) la historia de manera distorsionada. Las partes de la novela repetirán discursos que pueden variar en aspectos como tiempo, personajes, situaciones, tonos… pero mantienen el estilo discursivo. Por ejemplo, el inicio de la novela, en el primer párrafo será una imagen que hará eco a lo largo del hilo narrativo: “Muchos años después, frente al batallón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en su padre lo llevó a conocer el hielo” (Márquez, 2007: 9). Seis Capítulos después dirá: “Años después, en su lecho de agonía, Aureliano Segundo había de recordar la lluviosa tarde de junio en que entró en el dormitorio a conocer a su primer hijo” (Márquez, 2007: 211)

Por otra parte, la estructura funciona como un espejo que revela y a la vez oculta información. Un ejemplo típico de esta situación es de nuevo el inicio de la novela donde se relata el fusilamiento del Coronel, hecho que será descrito en el capítulo siete: ““Tanto joderse uno”, murmuraba el coronel Aureliano Buendía. “Tanto joderse uno para que lo maten a uno seis maricas sin poder hacer nada”” (Márquez, 2007: 153)
Otro ejemplo de esta forma especular del relato está en la frase que Úrsula le dice a su hijo Aureliano cuando lo va a ver a la cárcel: “- ¿Qué esperabas?- suspiró Úrsula – El tiempo pasa. -Así es- admitió Aureliano- , pero no tanto. (Márquez, 2007: 148).Esta misma frase será una fisura que une este episodio con el del encuentro de Úrsula con su bisnieto José Arcadio Segundo (quien verdaderamente era Aureliano Segundo): “…Al reconocer la voz de su bisabuela, movió la cabeza hacia la puerta, trató de sonreír, y sin saberlo repitió una antigua frase de Úrsula.- Qué quería – murmuró-, el tiempo pasa.- Así es – dijo Úrsula-, pero no tanto.Al decirlo, tuvo conciencia de estar dando la misma réplica que recibió del coronel Aureliano Buendía en su celda de sentenciado…” (Márquez, 2007: 381)

El espejo no está únicamente representado de manera estructural-discursiva. Existen “manías” de algunos personajes que nos hacen ver la misma imagen reflejada en otros personajes¬: “Viéndolo desmontar picaportes y desconectar relojes, Fernanda se preguntó si no estaría incurriendo también en el vicio de hacer para deshacer, como el coronel Aureliano Buendía con los pescaditos de oro, Amaranta con los botones y la mortaja, José Arcadio Segundo con los pergaminos y Úrsula con los recuerdos” (Márquez, 2007: 358)
Las conductas funcionan también como imágenes especulares que le dan énfasis a la idea de circularidad.

El espejo está presente también en la idea primordial de la fundación. A José Arcadio Buendía le fue revelado en un sueño la característica de Macondo: "José Arcadio Buendía soñó esa noche que en aquel lugar se levantaba una cuidad ruidosa con casas de paredes de espejo. Preguntó qué ciudad era aquella, y le contestaron con un nombre que nunca había oído, que no tenía significado alguno, pero que tuvo una resonancia sobrenatural: Macondo” (Márquez, 2007: 34)
Tiempo después José Arcadio Buendía interpretará que el hielo era el espejo del que hablaba su sueño, pero realmente debemos comprender que el espacio al que se reduce la historia es la Casa de los Buendía: la casa es la metonimia de Macondo, los personajes son la metonimia de la casa; de esta casa que tiene “paredes de espejo” en el nivel metafórico… la casa es un espejo porque la historia es un espejo, porque la narración es un espejo.

El espejo está también representado en las características de los personajes, no sólo en el hecho obvio de la repetición de sus nombres sino en su forma de ver el mundo; por ejemplo, la personalidad de José Arcadio Buendía va a estar reflejada en sus dos hijos varones: José Arcadio heredará la personalidad extrovertida, pública… Aureliano tendrá la personalidad soñadora, privada, introvertida. A lo largo de la historia los personaje con esos nombres se características se por esos perfiles escindidos del patriarca. Sólo el último de la estirpe amalgamará ambas personalidades: “A través de las lágrimas, Amaranta Úrsula vio que era un Buendía de los grandes, macizo, y voluntarioso como los José Arcadios, con los ojos abiertos y clarividentes de los Aurelianos, y dispuesto para empezar la estirpe otra vez por el principio y purificarla de sus vicios perniciosos y su vocación solitaria, porque era el único en un siglo que había sido engendrado con amor” (Márquez, 2007: 465)

El espejo está también sugerido en la idea de los relatos paralelos; estos relatos serán un ejemplo de lo utilizado por William Shakespeare en sus obras de teatro o el recurso de Pedro Almodóvar en “La mala educación”: la técnica de “Teatro dentro de teatro”. En este caso, algunos ejemplos son:
1. La comunicación que Fernanda del Carpio con su hijo José Arcadio.
2. La comunicación que Fernanda del Carpio mantenía con los médicos invisibles.
3. La comunicación que José Arcadio con su madre Fernanda del Carpio.
4. Las dos versiones sobre la situación de los muertos de la huelga bananera, sostenidas por José Arcadio Segundo y luego por Aureliano Babilonia y por el gobierno.
5. La versión real y mítica de la vida del Coronel Aureliano Buendía.
6. Los relatos distorsionados de la realidad que Úrsula le contaba a su esposo en el castaño.

Los relatos que Úrsula le cuanta a José Arcadio son, quizá los de mayor valor semántico ya que, reelaborarán parte de la narración de la historia en vario niveles: “Ella lo bañaba por partes sentado en el banquillo, mientras le daba noticias de la familia. “Aureliano se ha ido a la guerra, hace más de cuatro meses, y no hemos vuelto a saber de él”, le decía restregándole la espalda con un estropajo enjabonado. “José Arcadio volvió, hecho un hombrazo más lato que tú y todo bordado en punto de cruz, pero sólo vino a traer la vergüenza a nuestra casa”. Creyó observar, sin embargo, que su marido entristecía con las malas noticias. Entonces optó por mentirle. “No me creas lo que te digo”, decía mientras echaba cenizas sobre los excrementos para recogerlos con la pala. “Dios quiso que José Arcadio y Rebeca se casaran, y ahora son muy felices”. Llegó a ser tan sincera en el engaño que ella misma acabó consolándose con sus propias mentiras…” (Márquez, 2007: 128-129)
Además, estas narraciones serán reforzadas en los diálogos que el espectro de Prudencio Aguilar mantenía con José Arcadio Buendía: “Era Prudencio Aguilar quien lo limpiaba, le daba de comer y le llevaba noticias espléndidas de un desconocido que se llamaba Aureliano y que era coronel en la guerra” (Márquez, 2007: 165)
Después comprenderemos que la figura de Prudencio Aguilar es Úrsula y con esta conclusión la dimensión de los relatos paralelos adquirirá mayor valor metafórico ya que los relatos están siendo doblemente paralelizados por el mismo José Arcadio Buendía quien desde el discurso de la locura y lo onírico replantea lo dicho y hecho por Úrsula y lo escucha y lo recibe de la voz y el tacto de otro ente: un espectro, mucho más familiar a su mundo que Úrsula: “Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual, con la misma cama de cabecera de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el mismo cuadrito de la Virgen de los Remedios en la pared del fondo. De ese cuatro pasaba a otro exactamente igual, y luego a otro exactamente igual, hasta el infinito. Le gustaba irse de cuatro en cuatro, como en una galería de espejos paralelos, hasta que Prudencio Aguilar le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuatro, despertando hacia atrás, recorriendo el camino inverso, y encontraba a Prudencio Aguilar en el cuarto de la realidad…” (Márquez, 2007: 165) .

Después de este panorámico acercamiento de la metáfora en Cien años de soledad vemos como, realmente, el texto presenta lo que se podría denominar una “eclosión metafórica”. Se han contemplado aquí, solamente una alusión metafórica: el espejo, a sabiendas que, existen muchas otras de invaluable valor estético, epistemológico, semántico… En el caso específico de la metáfora del espejo es necesario acotar, a modo de conclusión, que como se ha mencionado anteriormente, recalca el carácter cíclico del tiempo, los personajes, las acciones… y no podemos evitar pensar en lo que Jacques Derrida dirá al respecto de la metáfora: “¿Qué es esto sino un conjunto de pequeños símbolos que se han borrado mucho, lo reconozco, que han perdido su brillo y su carácter pintoresco, pero que siguen siendo símbolos por fuerza de la naturaleza?” (Derrida, 2006: 252)
Ante esta idea de la metáfora como una “moneda gastada” el narrador de la novela, al referirse a Pilar ternera dirá: “No había ningún misterio en el corazón de un Buendía, que fuera impenetrable para ella, porque un siglo de naipes y de experiencias le había enseñado que la historia de la familia era un engranaje de repeticiones irreparables, una rueda giratoria que hubiera seguido dando vueltas hasta la eternidad, de no haber sido por el desgaste progresivo e irremediable del eje” (Márquez, 2007: 448)

Bibliografía:
Derrida, Jacques. (2006) Márgenes de la filosofía. Madrid: Cátedra.
García Márquez, Gabriel. (2007). Cien años de soledad. Colombia: ALFAGUARA.

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente aporte. La verdad que es la segunda vez qye lo leo y estoy intentando analizar las posibles metáforas presentes en la lluvia de cuatro años y en los 3000 muertos de la estacion. Que opinas sobre eso? Hay algún significado o mensaje especial?