sábado, 24 de mayo de 2008

el desplazamiento semántico en el discurso fílmico: "El lado oscuro del corazón"



Las adaptaciones de obras literarias al cine, en Latinoamérica, como en el resto del mundo, es un fenómeno que ha servido de impulso para el quehacer literario. Es innegable que la utilización de textos literarios en el formato fílmico hace que cada vez más personas se interesen en el texto original; para ejemplos tenemos el empuje que le dio la película “Cumbres borrascosas” al libro. El dato lo presenta María Lourdes Cortés en su texto Amor y traición: cine y literatura en América Latina: “en el año posterior a la adaptación cinematográfica de Cumbres borrascosas (1932) fueron vendidos más ejemplares de la novela que en los 92 años que la precedieron” (Cortés, 1999: 23). En el caso de América Latina: las adaptaciones de textos como El beso de la mujer araña del argentino Manuel Puig, La casa de los espíritus de Isabel Allende o Como agua para Chocolate de Laura Esquivel, esta última, según datos de 1999, fue, hasta ese momento, “la segunda producción extranjera más taquillera de todos los tiempos en EEUU” (Cortés, 1999: 69).

Claro está que, para no caer en la frustración ante la posible “excelencia” de uno y la “mediocridad” de otro, es necesario valorar ambos ámbitos de manera separada, con criterios diferentes y poder disfrutar, como se debe, lo que cada una de estas manifestaciones puede obsequiarnos en relación con el recurso que domine en él: el lingüístico, el visual, el narrativo, el fotográfico, el actoral. Ante estas diferencias de énfasis Cortés nos dirá:

“…es importante destacar el carácter sucesivo de la lengua escrita y el simultáneo de la imagen. Como sabemos, lo escrito se desarrolla obligatoriamente en una sucesión temporal – y no necesariamente tiene que mostrarlo todo- , mientras que lo icónico puede mostrar, de una solo vez, aspectos que el lenguaje literario sí puede callar” (Cortés, 1999: 37)

El caso que nos interesa examinar en el presente acercamiento es el de la película “El lado oscuro del corazón” producción argentina- canadiense de 1992, dirigida: Eliseo Subiela. Este mismo elaboró el guion del texto y está basado en los poemas de escritores Mario Benedetti, Juan Gelman y Oliverio Girondo. De Subiela podemos destacar lo siguiente acotado por M. Paja Fano:

“Interesado por las relaciones entre cine y literatura, en adecuada traducción cinematográfica de la novela y de la poesía (¡ahí es nada!) Eliseo Subiela trabaja sobre esa dirección en toda su producción conocida: así, si en "Hombre mirando al sudeste" el punto de partida es la novela "La invención de Morel" de Bioy Casares, en "El lado oscuro del corazón" intenta, y consigue, encontrar una excelente traducción /equivalencia de la poesía de Benedetti, Germán y Girondo (Oliverio).” (en: (http://www.cineclubfas.com/index.php/castellano/critica/el-lado-oscuro-del-corazon/)

Con respecto al proceso de adaptación Cortés clarificará:

“la adaptación consistirá entonces, no en la fidelidad la tema, los personajes o el estilo de un autor; no en la ilustración de los escrito en el medio audiovisual, sino en lograr en el espectador un sentimiento análogo al que se produjo con la lectura del texto originario…” (Cortés, 1999: 28)

La idea de tomar “El lado oscuro del corazón” como objeto de estudio se centra la valoración de la metáfora, como figura trópica englobante, en un texto fílmico que logre amalgamar magistralmente la metáfora escrita, la metáfora declamada, la metáfora cantada (boleros) y la metáfora visual; como dirá Paja:
“...una película arriesgada por su origen en la poesía y en el amor por una trascripción cinematográfica que, más allá de la obligada referencia al bolero, retrotrae a tiempos anteriores de «cine de poesía» a cuyas propuestas de «cine de autor» de fin de siglo no parece ajena esta flor exótica del esquilmado jardín cinematográfico argentino” (en:http://www.cineclubfas.com/index.php/castellano/critica/el-lado-oscuro-del-corazon/)

Nos encontramos con una valoración epistemológica de la metáfora, el concepto retórico de los tropos como ornamento se supera en lo denominado por Luri Lotman como la neo-retórica. Para Lotman, los tropos cumplen la función de traducir el discurso del sistema discreto de codificación: escritura, al sistema continuo de codificación: la obra artística:

“…tanto en el marco de los marcos de la conciencia individual como en los de la conciencia colectiva están ocultos dos tipos de generadores de texto: uno basado en el mecanismo de la discreción, el otro es continuo. A pesar de que cada unos de estos mecanismos es inmanente por su estructura, entre ellos existe un constante intercambio de textos y de mensajes. Este intercambio se realiza en forma de traducción semántica. Sin embargo, toda traducción exacta supone que entre las unidades de dos sistemas cualesquiera están establecidas relaciones recíprocamente unívocas, como resultado de lo cual es posible el reflejo (…) de un sistema en el otro. Esto permite expresar adecuadamente el texto de un lenguaje con los medios de otro….” (Lotman, 1993:2)

Las figuras retóricas tienen una función que dista de la función inocente de maquillar el discurso, las figuras retóricas no tienen una función inocente, por ser consideras desplazamientos del sentido son, o pueden ser parte del contenido discursivo y no sólo de la forma de éste.

Se abordará, entonces, la idea de la metáfora desde criterios epistemológicos que generen una pluralidad de sentidos además de las ya obvios. Partimos de la premisa de que todas las palabras son una metáfora ya que, en la ecuación significante/ significado, lo que opera es una sustitución. Esta sustitución representa, inherentemente, una extensión de sentido, un desplazamiento plurisignificativo que se define asimismo como elástico, con una fuerza semántica amplísima.
Se trabajará, además de algunas magníficas figuras trópicas, la relación de la metáfora: desplazamiento de sentido, con los desplazamientos espaciales en la película que básicamente se condensarán en generalísimas líneas:

1. Desplazamiento espacial fronterizo: Buenos Aires- Montevideo.
2. Desplazamiento espacial libidinal: de la tierra al cielo.

La película se desarrolla en dos ambientes claramente definidos: Argentina y Uruguay. Estos espacios, “separados” por el Río de la plata, representarán a un Oliverio Fernández escindido. En Buenos Aires están sus amigos, su vida en general; en Montevideo, Ana, la prostituta de quien se enamorará.
El personaje utilizará el río para unir sus mundos e iniciar el proceso existencial de brindarle luz al lado oscuro de su corazón. Tal como la metáfora transporta cargas semánticas entre el significante y el significado, de lo dicho a lo indecible, el barco será el medio de transporte de un hemisferio de su vida a otro.
La trama empezará en Uruguay e iniciará, irónicamente en el cabaret de nombre “Sefiní”, tal como el poema de Juan Gelman que es parte del guion de la película:

Sefiní

basta por esta noche cierro
la puerta me pongo
el saco guardo
los papelitos donde
no hago sino hablar de ti
mentir sobre tu paradero
cuerpo que me has de temblar

(en: http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html)

El poema, alude a la fonética de “el final” en francés, e irónicamente nos marca un punto de partida, un inicio. Nos encontramos, en este caso con un desplazamiento temporal: del “inicio” al “final” y de nuevo al “inicio”, como transcurre la vida del protagonista: un constante desplazamiento que es “eco” de su estilo de vida:
“Oliverio es el joven poeta bohemio que malvive recitando versos en las calles de Buenos Aires y que acuciado por la necesidad, sobrevive gracias a los trabajos que realiza para una agencia de publicidad de Montevideo. Allí, en la otra orilla del Río de la Plata, conoce a una mujer, Ana, prostituta que sabe «volar» (literalmente): por lo mismo, el filme arranca de una metáfora tomada de un texto de Oliverio Girondo en el que un hombre trata de encontrar una mujer que sepa volar.” (en:http://www.cineclubfas.com/index.php/castellano/critica/el-lado-oscuro-del-corazon/)

En el poema se plantea una reacción definitiva clarificada en la palabra “basta”: este es el final; sin embargo, en la película este poema tiene un carácter bisémico: uno de matiz existencial ante la incierta relación con Ana, el otro, es un “hasta aquí” en su relación conflictiva y agresiva con la muerte. Ana, Oliverio y la muerte, personificada en un ente femenino, formarán un triángulo amoroso, esta última será quien se interponga entre la pareja.

Al respecto podemos apreciar que la muerte, quien es un personaje propio de los ambientes argentinos, salvo una excepción, representa también un desplazamiento, este de carácter escatológico, la muerte es el vehículo que transporta de este mundo al otro... incierto para ella misma. La relación de Oliverio con la muerte tiene, como se ha dicho anteriormente, un matiz agresivo, de incomprensión; esta dinámica se podría explicar desde varias perspectivas que representan varios desplazamientos semánticos:

a) La muerte, como mujer, está enamorada del poeta:
1. El poeta representa la poesía.
2. La poesía representa la vida.
3. La muerte está, entonces, enamorada de la vida.

Ante esta situación, la muerte ansía que el personaje deje su “oficio” de poeta y se dedique a su profesión: publicista.Esto representará otro desplazamiento importante en el rol de los perfiles femeninos: La muerte repudia el trabajo de poeta, Ana lo alienta a seguir escribiendo a vivir su vida como una verdadera poesía. Tanto así que ambos (Ana y Oliverio) compartirán la profesión de “Putas” cuando el afirma que “Cuando necesit(a) plata, se alquila haciendo publicidad”.

b) El poeta, como tal, está ferrado a la vida.
1. Estar aferrado a la vida, significa desdeñar a la muerte.
2. La muerte es una mujer.
3. Oliverio está despreciando a una mujer, como rechaza a cualquier mujer que no sepa volar.Esta situación es también una “adaptación” de un poema de Girondo que reza literalmente así:

“No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! y en esto soy irreductible no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. ¡Si no saben volar pierden el tiempo las que pretendan seducirme!” (Espantapájaros 1) http://www.youtube.com/watch?v=-EMBtqEC1ew
(http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html)

El Poeta vivirá su experiencia con la muerte de modo cotidiano, esto será un obstáculo en el constante construir de su esencia. Esta frustración para definirse como ser humano aumentará su carácter existencial. Como menciona Jean Paul Sartre en “El existencialismo es un humanismo”:

“El hombre empieza por existir, se encuentra, surge del mundo, y (…) después se define. El hombre tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho”
(en: http://www.geocities.com/poeticaarte/existencialismoa.htm)

El Protagonista, en un juego de irreverencia y perversión, le hará proposiciones sexuales a la figura femenina de la muerte. Esta escena sufrirá un desplazamiento hasta el diálogo que mantienen Oliverio y Gustavo. En este, el escultor le comentará a su amigo la idea de hacer una escultura, como pieza final de una exposición llamada “El triunfo de la vida sobre la muerte a través del amor”. En la escultura se mostrará a Cristo victorioso haciéndole el amor a la muerte. Entonces, el desplazamiento semántico se podría resumir así:

1. El poeta es la vida.
2. Según la Biblia, Cristo es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6).
3. En la escultura Cristo (el profeta, el dios que trabaja con la palabra) le hace el amor a la muerte.
4. El poeta (quien trabaja con la palabra) al proponerle hacer el amor a la muerte asume el rol de Cristo, quien redime la vida al vencer a la muerte por medio del amor.
c) La muerte, por su parte, afirmará que no podrá llevarse a Oliverio porque aún “dice” algunas palabras que lo hacen intocable.
Estas palabras o silencios contemplativos serán las metáforas de la vida que están impresas en cada verso que, cargados de angustia existencial, buscan encontrarle el norte a su vida. Para un ejemplo el poema de Girondo que le pone fin a la primera discusión con la muerte:

Comunión plenaria

Los nervios se me adhieren
al barro, a las paredes,
abrazan los ramajes,
penetran en la tierra,
se esparcen por el aire,
hasta alcanzar el cielo.
E1 mármol, los caballos
tienen mis propias venas.
Cualquier dolor lastima
mi carne, mi esqueleto.
¡Las veces que me he muerto
al ver matar un toro!..
Si diviso una nube
debo emprender el vuelo.
Si una mujer se acuesta yo me acuesto con ella.
Cuántas veces me he dicho:
¿Seré yo esa piedra?
(en: http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html)

El poema plantea desde los lexemas “nervios”, “venas”, “esqueleto” el sentimiento que predomina en su existencia desde lo más profundo, lo más visceral, hasta lo más externo, no del cuerpo, del ambiente: “barro”, “paredes”, “ramajes”. Existe una identificación plena con la existencia total, hay una actitud de solidaridad ante la vida, y de equivalencia ante todas las posibilidades: el toro, la nube, mujer la piedra, presente en el título: comunión plenaria: es una comunión de todos.
Se encuentra la muerte en un constante desplazamiento: esta idea se presenta los cuadros de la muerte y Oliverio en el puente, lugar de unión entre dos polos; o el tren, medio de transporte, la muerte es además quien espera a Oliverio en el muelle cuando regresa de Montevideo en uno de sus viajes.

Uruguay, entonces, se convierte en el lado del corazón donde habita el amor: Ana. Mientras tanto, en Argentina, Oliverio construye sus relaciones. Es en Argentina donde está su cuarto y la cama con un túnel que lleva al “limbo” de las mujeres terrestres: la mujer del inicio y la “bigotuda”. Este túnel representa un nuevo desplazamiento: en este caso de tipo espacial libidinal: las mujeres serán valoradas en el ámbito sexual y romántico por su capacidad de vuelo. Este vuelo es representado como un vuelo real; es decir: el desplazamiento de la tierra al cielo. Este desplazamiento se plantea dentro del nivel libidinal porque se origina en la plenitud del clímax de la relación en general: con Ana, Oliverio asume su condición de amante pleno, el vuelo de Ana representa todo lo que él ama de ella, su afición a la poesía, por ejemplo: cuando la conoce en “Sefení” la deducirá con el poema de Benedetti “Táctica y estrategia”, para sorpresa del Poeta, ella conocerá el poema y se hará una distribución de papeles: el terminará representando la “táctica”, ella la “estrategia”:

Táctica y estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
(en: http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html)

Aspecto contradictorios pero a la vez complementarios: lo simple y lo profundo, eso es Ana.
El vuelo, tan anhelado por Oliverio, es algo inherente en sus encuentros sexuales. En la primera ocasión, en la casa de Ana, en Montevideo, es ella quien, ante la situación que experimenta, siente lo que no debe sentir como prostituta, por eso se detiene:

1. El vuelo es igual a la plenitud.
2. La plenitud de una relación entre una “puta” y un cliente representa un cisma en un estilo de vida para muchas “inquebrantable”.
Es casi como un “código de ética” que se refuerza en frases como: “Nunca veas a una puta con la luz del día”.
En el segundo vuelo es él, quien ante la presencia explícita de la muerte, decide suspender el vuelo iniciado. Esta será la única vez, donde la muerte hará una aparición del otro del río. En esta escena la muerte, como voyerista, se apropia de su rol como mujer, y los celos que siente al ver a la pareja le generan náuseas, es este un elemento que le brinda humanidad y le resta aura sobrenatural. Mientras tanto Oliverio, al sentirse pleno, y ver a la muerte asume que el precio por alcanzar la plenitud es la muerte y decide parar.

A través del Río de la Plata, los amantes mantendrán un poético diálogo. El elemento fluvial representará la fluidez en la expresión de sus sentimientos... Existe en esta escena la alusión de enviar mensajes a través del agua... como en una botella: sin destinatario específico, sin certeza de que el mensaje sea recibido por alguien. Hablar frente al agua (el mar) representa, sin embargo, la necesidad de expresarse, es un proceso de catarsis, de liberación.

Después de este diálogo, es ella quien se desplaza hacia Argentina, con esta visita, Oliverio logra amalgamar su espacio y su amor. Con la visita de Ana a Buenos Aires se inicia el proceso de iluminación de su hemisferio. Es en este encuentro donde los amantes logran emprender el vuelo pleno de su relación. Este vuelo no sólo representa una metáfora visual en el plano de lo libidinal sino que además logra un nivel de cohesión entre los espacios fronterizos: los amantes vuelan sobre “Sefiní”, ubicado en Montevideo. Es, por lo tanto, este encuentro sexual-amoroso, la representación de la plenitud existencial y además espacial para el Poeta escindido.
Después de este “vuelo supremo” la relación sufrirá un nuevo cisma hacia “el limbo” de lo incierto: Ana, esta vez, protagonizará un desplazamiento continental: de América a Europa.

Este nuevo desplazamiento limítrofe entre los continentes se relaciona con el poema de Benedetti:

Nuevo canal interoceánico

Te propongo construir
un nuevo canal
sin esclusas
ni excusas que comunique por fin
tu mirada
atlántica
con mi natural
pacífico.
(en:http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html)

El abismo se abre aún más entre los amantes, “tu mirada atlántica” alude a los ojos de Ana, pero se agudizan en la mirada perdida que Ana proyecta “hacia atrás” en el aeropuerto. Funciona aquí, la mirada atlántica de Ana como una metáfora de lo que no se dice pero se sabe, un nuevo puente que conecte los entes separados: un nuevo canal.

Nuevamente Oliverio se encontrará solo, pero con un lado de su corazón iluminado (no sabemos cuál es el estado del otro hemisferio). Esta separación nos hace pensar en la letra de “Con la frente marchita” de Joaquín Sabina; en está lírica el desplazamiento se hace a la inversa:
“Con agüita del mar andaluz, quise yo enamorarte
pero tú no querías más amor que el del río de la plata” (http://www.lyricsdomain.com/19/sabina_joaquin/con_la_frente_marchita.html)
En la película, como en la canción, las separaciones interoceánicas representan lo incompleto… el vacío, el silencio… la incertidumbre… o mejor dicho, la certeza de lo que se tiene y lo que no, lo que se quiere y no se puede tener. Es esta ausencia el espacio de la metáfora: lo que se dice y no, lo que se accede y lo inasible.

La metáfora funciona además como un posible factor común entre los espacios. Es decir, mediante algún recurso metafórico visual, los espacios fronterizos logran anularse y amalgamar las vidas de los amantes. Un ejemplo es cuando Ana, en Montevideo y Oliverio en Buenos Aires, visitan una juguetería. Este ambiente nos desplaza no sólo de un país a otro sino de una época otra: la niñez. Etapa idílica donde la vida se proyecta casi perfecta y que evoca, en el caso de Ana, tiempos de represión ante la dictadura; es en este caso la añoranza de lo que no se tuvo pero aún se anhela: “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió” dice J. Sabina en “Con la frente marchita” (http://www.lyricsdomain.com/19/sabina_joaquin/con_la_frente_marchita.html)http://www.youtube.com/watch?v=g0UCLWk5f9E&feature=related

Este pasaje conecta, de nuevo, con el espacio de lo inasible, lo que no fue pero se intenta construir, nos hace enfrentarnos a unos personajes con perfiles diferentes a lo que son en sus vidas: una puta y un bohemio, y pareciera que, con el recurso fílmico, están en el mismo lugar, compartiendo nos sólo un espacio físico sino además emocional que les da cohesión. Es la cohesión que se manifiesta también, a través de la mirada fálica de Oliverio cuando éste come en un restaurante y ella come en su casa. En la escena y a “primera vista” pareciera que el poeta la está mirando directamente, que comparten el mismo espacio público: el restaurante. Ella, está confinada al espacio privado de su casa, que en el día es el santuario que la separa de su “puta vida” como ella misma dirá, de su vida pública. Vemos como la dicotomía de público/ privado, atribuida tradicionalmente a roles de género se mantiene en el carácter bipolar de Ana: pública de noche / privada de día.
Por otra parte, en el aspecto de lo visual, que la película aborda con magistral destreza, esta presente el poema de Girondo: “Interludios”. Este es una metáfora representada en la escena con su madre, representada en una vaca:

Interlunios
Diluido en esa contemplación había logrado olvidarme hasta de mí mismo, cuando, de repente, una voz pastosa pronunció mi nombre. Aunque estaba seguro de encontrarme solo, la voz era tan nítida que me incorporé para comprobarlo. A los dos lados del camino, el campo se extendía sin tropiezos. Uno que otro árbol perdido en la inmensidad y, cerca mío, algunos cardos, entre los cuales divisé un bulto que resultó ser una vaca echada sobre el pasto.
Opté por acostarme de nuevo, pero antes que pasara un minuto oí que la voz me decía:
"¿No te da vergüenza? ¿Cómo es posible? ¿Qué has hecho para llegar a ese estado? ¿Ya ni siquiera puedes vivir entre la gente?
Por absurdo que resultase, era indudable que la voz partía del lugar donde se encontraba la vaca. Con el mayor disimulo me di vuelta para observarla. La claridad de la noche me permitía distinguir todos sus movimientos. Después de incorporarse y avanzar unos pasos se detuvo a pocos metros del sitio en que me hallaba, para rumiar durante un momento lo que diría y proseguir con un tono acongojado:
"¡Hubieras podido ser tan feliz! ... Eres fino, eres inteligente y egoísta. ¿Pero qué has hecho durante toda tu vida? Engañar, engañar... ¡nada más que engañar!... Y ahora resulta lo de siempre; eres tú, el verdadero, el único engañado. ¡Me dan unas ganas de llorar! . . . ¡Desde chico fuiste tan orgulloso! . . . Te considerabas por encima de todos y de todo. De nada valía reprenderte. Crees haber vivido más intensamente que nadie. Pero, ¿te atreverías a negarlo?, nunca te has entregado. ¡Cuando pienso que prefieres cualquier cosa a encontrarte contigo mismo! ¿Cómo es posible que puedas soportar ese vacío?... ¿Por qué te empeñas en llenarlo de nada? Ya no eres capaz de extender una mano, de abrir los brazos. ¡Es verdaderamente desesperante!... ¡Me dan unas ganas de llorar!
Cuando calló, sin darme cuenta me levanté y di unos pasos hacia ella. Después de mirarme con unos ojos humedecidos de ternura y de limpiarse la boca refregándosela contra la paleta, sacó el pescuezo por encima del alambrado y estiró los labios para besarme.
Inmóviles, separados únicamente por una zanja estrecha, nos miramos en silencio. Pude caer de rodillas, pero di un salto y eche a correr por el camino. En lo más profundo de mí mismo se erguía la certidumbre de que la voz que acababa de oír era la de mi madre."
[. . .]
Y lo peor es que la vaca, mi madre, tiene razón. Yo no soy, ni he sido nunca más que un corcho. Durante toda la vida he flotado, de aquí para allá, sin conocer otra cosa que la superficie. Incapaz de encariñarme con nada, siempre me aparté de los seres antes de aprender a quererlos. Y ahora, es demasiado tarde. Ya me falta coraje hasta para ponerme las zapatillas.”
(en: http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html)

Este encuentro representa el corte existencial del personaje: en su búsqueda constante por encontrarle sentido a su vida ha pasado por etapas que lejos de humanizarlo lo deshumanizan. Este proceso de deshumanización está representado en su madre quien está representada en una vaca. Podría parecer absurdo, como lo acota el mismo hablante lírico: “por absurdo que resultase, era indudable que la voz partía del lugar donde se encontraba la vaca” y más absurdo será el hecho de que esa vaca sea su Madre, dándole forma a un desplazamiento de la autoridad:

1) La madre, figura de autoridad, está representada en una vaca.
2) La madre, al ser una vaca, ha perdido la calidad corpórea humana.
3) Es entonces, la vaca una autoridad, acerca del deshumanismo que está sufriendo Oliverio.

Con relación al carácter existencial de esta parte de la película es lo que Sartre plantea como la construcción de la subjetividad del hombre en relación con la otredad:

“el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y asentar sobre él la responsabilidad de su existencia. Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que e s responsable de todos los hombres…”
(en: http://www.geocities.com/poeticaarte/existencialismoa.htm)
Otro ejemplo de estas metáforas visuales, que además refuerzan el carácter existencial son las creadas a partir de la metáfora escrita es el poema “Espantapájaros 8”

Espantapájaros 8
“Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W.C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo me pregunto-- todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un de una falta de tacto...
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquella desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, esta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abuse de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junta con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. E1 hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.”
(en: http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html)

Este poema representa, como el anterior, la lucha por dilucidar el norte de su vida… la angustia, característica del existencialismo ante la necesidad irrefutable de elegir. Ante esto Sartre aclarará:

“El existencialismo suele declarar que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo a la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad.” (en: http://www.geocities.com/poeticaarte/existencialismoa.htm)

Retomamos la idea de la personalidad escindida de Oliverio. En el caso de “El lado oscuro del corazón”, la escisión está explícitamente mostrada en sus dos personalidades extras: el indiferente, el desapegado, el superficial, la parte “mala”, quien lo motiva a “darle de comer a la nutria” y el sentimental, el romántico, el sensible que expresa todo con lágrimas. Estos desplazamientos bipolares de la personalidad de Oliverio tendrán espacios definidos en su vida: el indiferente, por ejemplo, por ser el “mal consejero” debe estar amordazado y encerrado en el armario, es el que “atiza” el sentido desapegado del sus relaciones su parte oscura, la parte oscura de su corazón. El sentimental, en cambio, tiene la potestad de llorar en la cama, es el que llora su estado de incertidumbre, el que llora su soledad, el que anhela la luz en su corazón, por eso dirá: “la nutria sólo quiere una comer una sola comida”. Los este recurso explícito de los doblamientos de personalidad le dan matiz de “lente totalizador” a la relación de Oliverio consigo mismo; para el espectador el nivel de escisión está, prácticamente, en otro personaje y los diálogos, normales a simple vista se reflejo del esquizoide que resulta de la lucha por definir su existencia…
La personalidad sensible tomará sentido cuando el poeta parafrasea a Girondo al declamar Espantapájaros 18:

“Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo. Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares, llorando. Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!”
(en: http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html)

Mario Benedetti llamará a estas personalidades “tus ausencias”, “mis huéspedes”, “sombras”… “rostro de vos”:

Rostro de vos http://www.youtube.com/watch?v=1FMWZvV28cU&feature=related
Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón
tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto y por sabor
sin un temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos
estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición
mis huéspedes concurren
concurren como sueños”

(en: http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html)

Son las personalidades los espacios para recordar a Ana… sentirla en su ausencia, un nuevo desplazamiento: la presencia de Ana en su ausencia, y en los “yo” internos del Poeta. Retomemos de nuevo, aquí, la idea de la mirada fálica de Oliverio que atrae a Ana. Un ejemplo más que representa esta situación es el poema de Juan Gelman “Poco se sabe”:

yo no sabía que
no tenerte podía ser dulce como
nombrarte para que vengas aunque
no vengas y no haya sino
tu ausencia tan
dura como el golpe que
me di en la cara pensando en vos”

(en: http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html)

Ocupan, en este caso, los pensamientos sobre Ana el espacio de la metáfora: uno que está y no, el que no dice pero se aproxima a decir, el que no es tangible y lo intenta hacer, el que aprehende lo inasible.

Es esa huella, ese eco de lo no se ve pero se sabe… la fisura que nos conecta con mundos separados: el de ser y no, el de la palabra y el silencio, el de la poesía y el pensamiento, el de la luz y la oscuridad del corazón.
Vemos como, la poesía está no sólo descrita mediante las palabras, es, en el caso de “El lado oscuro del corazón”, una eclosión de imágenes metafóricas que no sólo se dicen, sino que se silencian y generan a partir de estos espacios mayores e intrincados generadores de sentido…es un ejemplo de la performatividad del lenguaje; como dice José Ramón Alba en su artículo “Introducción: interpretar el cuerpo digital: una historia de fantasmas”: “El lenguaje performativo es capaz de crear el mundo material a través tanto del gesto como de la palabra (…) la expresión determina el significado” (en: http://html.rincondelvago.com/la-performatividad-mediatica-de-la-imagen_1.html).
Como se ha tratado de evidenciar son “El lado oscuro del corazón”, mediante los desplazamientos semánticos (conexiones) la metáfora se convierte en un instrumento indispensable que confiere significados diversos que distan de los obvios (ante el concepto tradicional de metáfora) y con eso se logra una obra interdisciplinaria de carácter innovador y sensible.









Bibliografía

-La Biblia
-Cortés, María Lourdes. (1999). Amor y traición: cine y literatura en América Latina. San José: Editorial de la uNiversisda de Costa Rica.

-Lotman, Iuri. (1993). “La retórica”. En: escritos. Número 9.


Referencias “on line”:
http://www.cineclubfas.com/index.php/castellano/critica/el-lado-oscuro-del-corazon/

http://www.vicaro.com/vicaro/contenido/poesia/ladooscuro.html


http://www.geocities.com/poeticaarte/existencialismoa.htm

http://www.lyricsdomain.com/19/sabina_joaquin/con_la_frente_marchita.html

http://html.rincondelvago.com/la-performatividad-mediatica-de-la-imagen_1.html

Texto Fílmico: “El lado oscuro del corazón” (1992): producción argentina- Canadiense, Dirección: Eliseo Subiela. Guión: Eliseo Subiera, según poemas de Mario Benedetti, Oliverio Girondo y Juan Gelman.

domingo, 23 de marzo de 2008

el recurso metáfórico en la lírica: Dulce María Loynaz


La metáfora en la lírica

La metáfora es un término que, a lo largo de la tradición se ha asociado, inherentemente, con el concepto de lírica. Por eso, cuando recurrimos a los estudios de los tropos es difícil desprendernos de la lírica en su plena expresión. Después de estudiar, de manera superficial, el complicado y profundo mar de la metáfora caemos en cuenta de que ésta, como recurso lingüístico, es más que estética; la metáfora representa todo un engranaje que además de brindar ornato genera un ámbito de orden epistemológico que debe ser accedido con conciencia y cuidado, ya que, con esa arma, el lenguaje no sólo adquiere una belleza particular sino que, dice lo indecible, y más pretencioso aún, intenta aprehender lo inasible.

Asumimos además, que este recurso, originado en el área de la retórica, es parte también, del discurso literario, por supuesto; del filosófico, pero más importante: del quehacer cotidiano. La metáfora es y está en todo nuestro mundo. Al igual que Dios, según la tradición judeo-cristiana, quien creó el mundo a partir del verbo, la palabra, la metáfora; el ser humano crea su mundo, de por sí ya literario, por medio de la metáfora. La creación, entonces de una poética es, prácticamente una nueva forma de ver el mundo existente, es una nueva forma de escritura o más bien dicho, de reescritura de nuestro contexto.

Así, por ejemplo Octavio Paz plantea de manera innovadora y seductora una perspectiva sobre la literatura y su relación con el mundo: una poética corporal que es equivalente a una erótica verbal, donde: el lenguaje y la sexualidad son resultados de un “mismo” proceso que puede tomar vías distintas: el lenguaje tiene un fin: la comunicación; esta comunicación sufre una planificada y necesaria postergación: la poesía; esta postergación se vale de una objeto, “materialización”: el poema; este objeto va a dar a luz a un nuevo ente sincrético y pleno: la erótica verbal. La sexualidad, por otra parte, como elemento vital posee un fin: la perpetuación de la especie; esta perpetuación sufre una planificada y necesaria postergación: el erotismo; esta postergación se vale de una objeto: el amor; este objeto va a dar a luz a un nuevo ente sincrético y pleno: la poética corporal.Vemos, como Paz, ve en el elemento erótico no sólo un tema-inspiración sino toda una forma de reescribir y por supuesto, releer la realidad de ser humano. Es para Octavio Paz, lo erótico, una coordenada que atraviesa el sujeto cultural.

La metáfora en la lírica de Dulce María Loynaz

En el presente informe, se intentará, mediante algunos ejemplos, dilucidar cuáles son las coordenadas que atraviesan, como constantes, la lírica de la poeta cubana Dulce María Loynaz. Para eso, partimos de dos premisas: la poesía es una forma de hacer teoría sublimada o bien, una forma de hacer teoría práctica. Es decir, la poesía, es un replanteamiento de la realidad, y en el marco de la metáfora, como epistemología será el planteamiento de una poética sin necesidad de plantearlo como tal: una teoría sublimada cuya riqueza está en lo que Jacques Derrida planteará como un Polifilo: el carácter polisémico de la palabra.

Es aquí, donde la metáfora toma una inequívoca trascendencia, restarle carga semántica al carácter arbitrario del lenguaje y brindarle en peso semántico infinito de todas las posibles direcciones que puede adquirir un lexema, en el marco de la poética en que se inscribe: la poesía.En el caso específico de Loynaz se van a establecer en el presente informe, dos elementos que marcaran la lectura sus poemas: la temporalidad y el silencio, como muestra del quehacer literario de esta poeta.

1. El silencio:

El elemento eje, en un plano muy subjetivo, es el silencio porque es en este elemento donde la poesía de Loynaz adquiere mayor aproximación al campo epistemológico: es la metáfora, como el silencio, un recurso del lenguaje que nos aproxima a lo que no se dice, a lo que no se debe decir, a lo indecible. Para Loynaz como para Paz, los silencios representan todo un engranaje de posibilidades y cuyo peso semántico puede ser resemantizado en muchas posibles direcciones.

En el poema Los puentes vemos desde el título una interesante metáfora con respecto a las palabras: para Paz las palabras (metáforas) son puentes que crean nexos entre mundos diversos… uno de ellos podría ser el del significado y el significante. En el poema de Loynaz, en particular, hay un planteamiento metafórico del silencio:

Yo vi un puente cordial tenderse generoso
de una roca erizada a otra erizada roca,
sobre un abismo negro, profundo y misterioso
que se abría en la tierra como una inmensa boca"si el hueco entre las rocas erizadas se asemeja a una boca, se sugiere la enunciación por medio de esta, sin embargo, lo que se percibe desde ella es “un abismo negro, profundo, misterioso” forma original de representar el silencio: amplio, peligroso, aterrador, que envuelve en sí un mar de posibilidades inexpresables y más importante aún, inexpresadas.

En el poema Mi tristeza es suave la voz lírica dirá:

“(Mi tristeza es tan suave
que casi se parece a una sonrisa…” en este verso la sonrisa es, al igual que el silencio la carencia de palabra, es un equivalente de lo no dicho y, lo más importante, de lo sugerido a través de la totalidad del poema: complacencia, valentía, movimiento sutil, casi aprobación, características interesantes cuando recordamos que son aludidas a la tristeza femenina: suave, como el mismo nombre lo indica. No podemos en esta alusión a “La sonrisa” evitar recordar a Paz en su texto “La metáfora: sus términos” donde la carcajada representaba a la metáfora en ese intento de darle al hombre de nuevo su carácter primordial y… qué es la carcajada sino una sonrisa exagerada… una metáfora que nos hace pensar en el hombre sin lenguaje.

Esta referencia a la sonrisa como sustituta del silencio se repite en el poema La oración del alba cuando el yo lírico dice:

el desaliento me domina,
nadie vea mi desaliento
y todos vean mi sonrisa.
Y mi sonrisa sea fuerte,(…)” es, en este caso, la sonrisa la sustitución de la palabra: no hay enunciación pero hay sonrisa y ésta está en facultad de expresar, de comunicar como las palabras.

Por otra parte en Últimos días de una casa la alusión al silencio es obvia:

No sé por qué se ha hecho desde hace tantos días
este extraño silencio
silencio sin perfiles, sin aristas
que me penetra como un agua sorda.
Como marea en vilo por la luna,
el silencio me cubre lentamente.”

La casa, voz lírica, expresa, en la palabra silencio, no sólo la soledad, el vacío, sino la falta de comunicación que los inquilinos tuvieron para con ella durante, incluso, sus “años mozos”. El silencio, en este caso, no sólo se representa en la no enunciación sino además en la incapacidad para escuchar: “agua sorda”, esta agua sorda inunda, penetra… perpetra, como una criminal… que le resta facultades a la voz lírica:

Nadie puede decir
que he sido yo una casa silenciosa” está, entonces el silencio, en este poema, representado como una carencia, carencia física: la presencia de los inquilinos y carencia afectiva de los mismos. Esta carencia se traduce como muerte representada en la muerte de la niña: Ana María, indicio de la muerte de la casa, el silencio total.

2. La temporalidad:

Después de ver algunos ejemplos del silencio en la poesía de Dulce María Loynaz se mostrará, panorámicamente, el aspecto de la temporalidad.

En el poema Señor que lo quisiste la temporalidad se evidencia en la utilización de los tiempos verbales:

Señor que lo quisiste: ¿Para que habré nacido?
Quién me necesitaba, quién me había pedido?"

Vemos como el recorrido de pretérito indefinido – futuro perfecto – pretérito imperfecto – pretérito pluscuamperfecto logra crear un desequilibrio en materia de la temporalidad. Este desequilibrio, reflejo de la frustración, es además, eco de falta de arraigo; es una tendencia a no establecer anclas temporales.Esta idea se refuerza en los versos de mismo poema que dictan:

Y al fin, cuando me vaya fría, pálida, inerte...
¿Qué dejaré a la vida? ¿Qué llevaré a la muerte?...
.................................................................................
..................................................................................”

La utilización del futuro simple entre signos de interrogación generan un peso semántico sumamente existencial, de incertidumbre que reforzado con los puntos suspensivos (uso recurrente en la lírica de Loynaz) extendidos notoriamente le dan además un matiz nihilista.

Esta crisis sobre el futuro se evidencia además en el poema El amor indeciso

“Y no sabe morir no vivir: y no sabe
que el mañana es tan sólo el hoy muerto... El cadáver
futuro de ese hoy claro, de esta hora cierta...”

La resistencia de ese amor sólo puede generar incertidumbre y se plantea claramente que es el presente el que genera posibilidades, el futuro no es una opción, no es tiempo válido.

Se desprende aquí una perspectiva de la temporalidad interesante porque, se vislumbre en la poca validez del tiempo futuro, el tiempo futuro muerto, que en un desplazamiento doble de sentido se podría valorar como la no presencia del tiempo, en la atemporalidad.

Esta idea está, soslayadamente, presente en el poema Certeza:

Más pequeñito y más lento;
gastándose por un cause
que no concluye ni empieza.”

En la frase subrayada alude a la preeminencia del mundo, sin principio, ni fin, como cuando, en el mismo poema, alude a los hombre diciendo:

vendrán hombres, hombres nuevos,
hombres viejos
hombre siempre”


Esta preeminencia se relacionada con el concepto de la atemporalidad como eternidad; claramente expuesta en el poema homónimo. Esta idea se encuentra reforzada, una vez más, con el uso de los puntos suspensivos que le dan, de manera pleonástica, un tono y un matiz gráfico eterno al concepto:

La tristeza sin nombre
de no tener que dar
a quien lleva a en la frente
algo de eternidad...”



Vemos como, de manera generalísima, es posible establecer metáforas como huellas discursivas que nos permitan, no sólo “maquillar” el discurso sino enunciar más de lo que se dice de manera explícita.


Dulce María Loynaz es, en este caso, un claro ejemplo de la importancia de metáfora en las dos vertientes que nos interesan en este informe: la concepción epistemológica y el resultado estético. Para ello, un ejemplo más sólo para el disfrute: que nos interesan en este informe: la concepción epistemológica y el resultado estético. Para ello, un ejemplo más sólo para el disfrute:

Divagación
Si yo no hubiera sido..., ¿qué sería
en mi lugar? ¿Más lirios o más rosas?
O chorros de agua o gris de serranía
o pedazos de niebla o mudas rocas.
De alguna de esas cosas-la más fría...
me viene el corazón que las añora.
Si yo no hubiera sido, el alma mía
repartida pondría en cada cosa
una chispa de amor...

Nubes habría
-las que por mí estuvieran-más que otras
nubes, lentas... (¡La nube que podría
haber sido!...)

¿En el sitio, en la hora
de que árbol estoy, de qué armonía
más asequible y útil? Esta sombra
tan lejana parece que no es mía...
Me siento extraña en mi ropaje; y rota
en las aguas, en la monotonía
del viento sobre el mar, en la paz honda
del campo, en el sopor del mediodía!...

¡Quién me volviera a la raíz remotasin luz, sin fin, sin termino y sin vía!...

Tomado de : http://isla_negra.zoomblog.com/archivo/2006/03/17/dulce-maria-loynas-cuba.html

sábado, 1 de marzo de 2008

la metáfora desde el discurso ensayístico: Borges y Paz.


La metáfora: orígenes y definiciones
Dentro de los recursos que posee el lenguaje para comunicar (o no) uno de los más importantes es el recurso de las figuras retóricas o tropos. Cuando de “tropos” se habla no nos debemos limitar a la noción académica, debemos ubicarnos, además, en el lenguaje coloquial, el que se utiliza en nuestro diario vivir.

Estas “manifestaciones literarias” en el lenguaje coloquial y hasta lumpen no son sólo manifestaciones literarias, son, en algunos casos, la manera más natural de decir algo…o en su defecto, la única manera de decirlo; nos encontramos aquí con el fenómeno lingüístico denominado: metáforas lexicalizadas.

Por esto, es de suma importancia estudiar los tropos y en este caso la metáfora, no sólo como un ornado más del discurso retórico. Es necesario profundizar en su origen epistemológico.

Se presentará en este documento una visión parcial de las características de la metáfora, el tropo englobante: inicialmente se define la metáfora como una sustitución de sentidos, esta sustitución es tan básica que incluso, y como hace mención Borges, el simple hecho de hablar representa la utilización de metáforas. Las palabras, en sí mismas, son una metáfora ya que, en la ecuación significante/significado, lo que opera es una sustitución. Esta sustitución representa, inherentemente, una extensión de sentido, un desplazamiento plurisignificativo que se define asimismo como elástico, con una fuerza semántica amplísima.

La metáfora es, a la vez, un método para eludir la censura; es decir, una válvula de escape con que se puede decir lo que “no se debería decir”.

Los orígenes de la metáfora están en la retórica y es importante destacar que cuando de Retórica se habla, se está haciendo referencia a la filosofía y al lenguaje literario. Se habla de una articulación de sistemas lingüísticos como escritura y oralidad. Es la preocupación no sólo por lo que se enuncia sino por el cómo es enunciado. Es el lenguaje en función del conocimiento y la persuasión, la elocuencia.

La Retórica fue considerada en la antigüedad clásica una ciencia, un arte, hoy en día es, además, una enseñanza, una práctica lúdica y social. Sus orígenes se remontan a un principio jurídico, un hecho político/histórico: el litigio de unos terrenos alrededor del 485, donde se manifestó la democracia siracusana: se rompe la noción de casta y se instaura la de ciudadano. Roland Barthes establece dos líneas para estudiar la Retórica: la diacrónica y la sincrónica, en esta última perspectiva se consideran los tipos de prácticas que ocupan la Retórica, entendiendo la retórica como un metalenguaje; en otra palabras: un lenguaje que habla del lenguaje.

Se advierten en la Retórica antigua tres ámbitos: inventio, que comprende la lógica del pensamiento; dispositio, donde se ubica la gramática y elocutio, relacionado con el matiz ornamental, las figuras retóricas. Esta última parte es la que realmente se conserva de la retórica antigua, ya que, como se mencionó al inicio, la utilización de las figuras retóricas no sólo es parte de lo académico sino también de lo cotidiano.

El concepto retórico de los tropos como ornamento se supera en lo denominado por Luri Lotman como la neo-retórica. Para Lotman, los tropos cumplen la función de traducir el discurso del sistema discreto de codificación: escritura, al sistema continuo de codificación: la obra artística.

Las figuras retóricas tienen una función que dista de la función de maquillar el discurso, las figuras retóricas no tienen una función inocente, por ser consideras extensiones del sentido son, o pueden ser, parte del contenido discursivo y no sólo de la forma de éste. Relacionado con este concepto Paul Ricoeur habla del concepto de “catacresis”. Este término alude a la existencia de metáforas que se usan para nombrar cosas que no tienen una “palabra” adecuada. Ante una “laguna léxica” se emplea una palabra que la sustituye: postulado de sustitución. Y es precisamente la sustitución de los que se basan teóricos como Lotman y Ricoeur para definir los tropos y se pueden resumir mediante la siguiente clasificación eje:
Metáfora: sustitución semántica por semejanza.
Metonimia: sustitución por contigüidad.
Sinécdoque: sustitución operacionalizada a partir de la parcialidad o la totalidad y la conexión entre estas.

Después de esta breve descripción de la metáfora: orígenes y crítica es necesario encaminar nuestro recorrido por dos grandes expositores de la metáfora en el género ensayo Jorge Luis Borges (con Borges, los géneros literarios no siempre están bien definidos) y Octavio Paz.

Los juegos de Jorge Luis Borges sobre la metáfora del lenguaje, la biblioteca, el libro y el universo…
En el amplio universo borgesiano, es importante reconocer el valor de los textos de Borges no sólo en el valor literario sino además en el ámbito epistemológico. Desde ahí, se considerarán dos vertientes: el universo de pensamiento borgesiano y la productividad textual borgesiana. En estas dos orientaciones, que a veces, si no es que siempre, asumen una relación simbiótica, es una constate la utilización de recursos metafóricos. La biblioteca, el libro, el laberinto, el espejo, el Quijote… son algunas de más representativas.

Se esbozará en este informe un acercamiento de algunos textos que ejemplifican la recurrente alusión a estos elementos del pensamiento y producción del escritor argentino. Los textos que se tomarán como referencia son: “La metáfora” (conferencia), “La metáfora” (artículo), “La biblioteca de babel”, “El libro de arena”, “El rigor de la ciencia” y “La esfera de Pascal”, así como los textos de Juan Manuel García ramos: “Borges y la traducción metafórica” y de Lisa Block de Behar: “Borges y la invención del hombre”, como referencias de la crítica alrededor del escritor.
Para el análisis del recurso metafórico en Borges se establecerá una división temática. Esta “división” es un intento de orden porque, como se demostrará, la relación entre las metáforas borgesianas es, prácticamente, indivisible. La limitada taxonomía que se tomará en cuenta aquí es:
La biblioteca: el laberinto, el mundo, el universo…
El libro: prisión, laberinto, infinito, monstruo, dios.
La Biblia: libro, totalidad…
Dios: metáfora… / hombre: metáfora…
El ciclo: el tiempo, el hombre, el espacio físico…
Verosimilitud y falsedad…

Tanto en “La biblioteca de babel” como en “El libro de arena” se presenta la imagen de la biblioteca (imagen de todas las bibliotecas) como un ámbito caótico, inconmensurable, rasgo que se puede constatar en el incipit de “La biblioteca de Babel”: “El universo (que otros llaman la biblioteca se compone de un número indefinido, y tal vez infinito de galerías hexagonales…”

El protagonista de “El libro de arena” decidirá deshacerse del “monstruoso” libro dejándolo “en la Biblioteca Nacional, que guarda novecientos mil libros; …” aludiendo que “el mejor lugar para ocultar una hoja es un bosque…” Es, entonces, la biblioteca, el lugar donde se depositan, se apilan, se aglomeran los libros, este tenor conlleva un vehículo interesante: los libros son los contenedores del conocimiento, por eso, la biblioteca es el mundo, el universo. Este mundo, este universo es inaprensible, inasible para el ser humano, a quien Borges denominará en “La biblioteca de babel” “el imperfecto bibliotecario”.

Se hace además una alusión al libro, y por ende a la biblioteca, como ciclo: “…Este libro cíclico es Dios)” aquí, la metáfora existe aún con más carga semántica, se da un "accidente" del sentido. El libro es cíclico, como el tiempo, como dios, inaprensible, etéreo, como el conocimiento… En “La esfera de Pascal” se recupera esta idea al afirmar que “…Dios, (…) era una esfera eterna (…) inteligible (…) intelectual”. Dios es, entonces, una gran metáfora y amparados a la tradición judeo-cristiana, si el hombre fue hecho “a imagen y semejanza” de dios, el hombre es también una metáfora: amplio, indescifrable, caótico, como la biblioteca, como dios. Aunado a esta noción, Borges establece que esta calidad inconmensurable del conocimiento representado en la esfera, en el libro, en la biblioteca, en el hombre mismo… hace que cada unos de estos elementos sean espantosos, monstruosos: “Una esfera espantosa” (La esfera de Pascal), “declinaba el verano, y comprendí que el libro era monstruoso. De nada me sirvió considerar que no menos monstruoso era yo…” (El libro de arena). Este espanto, esta monstruosidad que siente el imperfecto bibliotecario se podría justificar en la frustración de tratar algo imposible, que es además parte de sí mismo.
Existe la idea de la destrucción del libro, de la biblioteca, pero esta representaría, por tanto, una autodestrucción; no existe, por tanto, únicamente la monstruosidad en el libro (y todo lo que este representa) existe además una angustia existencial. Esta frustración se representa también en “El rigor de la ciencia” donde con el anhelo de aprehender la ciencia y el arte (de la cartografía, en este caso) el hombre emprende “misiones” que no tienen razón de ser: “un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del imperio y coincidía puntualmente con él…” El libro (de arena) es, entonces, uno de los entes que generan más frustración al lector: sus dimensiones, su contenido, su estructura, hacen que no sea posible leerlo dos veces.

El hombre se aísla, deja de vivir su vida para dedicarse al libro, por eso el libro se convierte en una prisión infinita, en un laberinto…; este laberinto está íntimamente relacionado con la Biblia: plural de libros, todos los libros.

Después de mencionar algunas de las metáforas en Borges se hablará de la dicotomía verosimilitud/ falsedad. Para eso recurriremos a lo que Borges define como metáfora y lo que los críticos dicen de las metáforas en Borges. Para Borges, cada palabra es una metáfora y por ende, en el sencillo, o complicado, acto de hablar lo que se hace es una constante metaforización. Esta dependencia del tropo en nuestro diario hablar nos podría acercar o alejar al inmenso universo del conocimiento. Esto depende del tipo de metáfora que se utilizan: podemos usar las verdaderas, las que siempre han estado, en cualquiera de sus múltiples variaciones o podríamos inventarlas: las falsas… Este binomio de lo verosímil y lo falso, está representa en el engranaje de textos borgesianos en la metáfora del libro monstruoso, en el laberinto, donde se encuentra lo verdadero pero los caminos para accederlo son inicuos… o en, en el espejo, reproductor de una realidad…o de una falsedad, pero a fin de cuentas sólo es una reproducción, un reflejo. Entonces, hablar es un riesgo de acercarse a lo falso, como el mismo Borges dice. “hablar es metaforizar, es falseas; hablar es resignarse a ser Góngora.

Es importante además recuperar la idea de que, la metáfora, al eludir la censura es capaz de “expresar verdades ocultas”. Verdades que, al ser expresadas por medio de la metáfora continuarán en el limbo de lo verdadero y lo falso. Aunque para Borges: “Lo sugerido es mucho más efectivo que lo explícito”.
Borges, en sus textos, toma metáforas, oficiales o no, del texto de cultura y las reelabora en combinaciones innovadoras. La innovación en Borges no está sólo en el recurso retórico-semántico de sus construcciones está, además, en su temática: existencial, profundamente humanista y mucha veces diseminada… etérea… inasible… como el mundo que crea.

Lenguaje y metáfora en Octavio paz.
En el manejo del discurso literario de Octavio Paz, se pueden vislumbrar dos claves temáticas: el lenguaje y lo erótico. Y es en estas dos líneas donde se esbozará, con una breve descripción, algunos aspectos en el trabajo del Premio Nobel con respecto a la metáfora.

La primera idea relacionada al tropo que hoy nos ocupa, es la que Paz plantea en su texto “La metáfora, sus términos” aquí se centra en el concepto de metáfora como desplazamiento, sustitución corporal, en este caso. Paz, siguiendo el discurso de lo erótico establece una comparación entre las partes del cuerpo vistas, socialmente valoradas y las menos “nobles”: la cara, en el primer plano; el culo, en el segundo. Recuperamos en primera instancia la noción de metáfora como celestina de lo no dicho, evasiva de la censura, establecedora de una mudanza de lo público a lo encubierto, lo silenciado. En este aspecto no sólo se asienta un desplazamiento, sino que, se establecen equivalencias entre la cara y el culo y los genitales. En la lectura se le da especial atención al culo y “sus acompañantes”: el falo y la vagina. Se dice de estos que son explosivos, que convulsionan. En estas acciones “casi primitivas” es donde, para Paz, se encuentra la riqueza de estas partes: la recuperación el hombre primordial. La cara, por su parte se equipara a estas partes en el gesto de la carcajada: explosión de la cara, acercamiento al hombre esencial, al hombre sin lenguaje. Esta carcajada (risa desmesurada) cumple la función de la metáfora en el lenguaje, es la metáfora del cuerpo: nos acerca a lo indecible, a la verdad (recordamos a Borges) nos aleja de la censura.

Paz, recupera el papel de los órganos sexuales como órganos simbólicos y como emisores de símbolos… es el discurso erótico uno por el cual se puede plantear toda una teoría: la erótica-teórica. El falo y el coño son “el lenguaje pasional del cuerpo”.
La metáfora es para Paz un elemento capaz de “permear” dos ámbitos, tal y como lo planteaba Lotman. En Paz, la metáfora es el linde entre el estado primitivo del hombre, antes del lenguaje y después de este. Es la conexión entre el significado y el significante.
El trance entre estos dos hemisferios es llamado por Paz: el "salto mortal" o el "instante eterno", representante a su vez de la carcajada., el regreso a los orígenes. Esta alusión al “instante eterno” es además una alusión constante en la obra de Paz, aunado a este: el misticismo, el erotismo, el silencio, la duda, la otredad, el yo, el espejo.
Todos estos elementos hacen de Paz, un gran exponente de la metáfora en las letras latinoamericanas. Al igual que Borges, Paz construye mundos ficticios pero en esta ficcionalización existe también un marco teórico que nos permite no sólo disfrutar de su lectura sino acercarnos a esta y otras que, como la de estos autores, poseen carácter universal.

Bibliografía.
Barthes, Roland. 1990. La aventura semiológica. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.
Ricoueur, Paul. 1980. La metáfora viva. Madrid: Ediciones Cristiandad, S.L.

la metáfora y el texto narrativo: el espejo en "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez.


Introducción
La literatura latinoamericana, ha sufrido a través del tiempo el duro papel de insertarse en el mundo de los cánones europeos. Uno de los recursos que le permitió, al menos en la narrativa, lograr abrirse camino en lo determinado como “buena” literatura, fue el fenómeno de “Boom de la narrativa latinoamericana”: una brillante generación de escritores que se destacó por su forma original de escribir y por supuesto, por la difusión de sus obras, mediante el respaldo de algunas casas editoriales que le dieron impulso a nuestra literatura.

Dentro de esta etapa de la historia literaria latinoamericana se destaca el fenómeno del “Realismo mágico”. Una forma de discurso que distingue, una parte de la literatura de nuestro continente del resto de la literatura. Con magistral, dominio del lenguaje, uno de los máximos representes del “boom”, el colombiano Gabriel García Márquez, mezcla en sus obras, la cotidianeidad y la magia de esta o bien, la magia y la cotidianeidad de esta. Una de las obras más representativas de esta excepcional forma de apoderamiento del discurso literario es Cien años de soledad, escrita por el escritor colombiano en 1967. En esta obra se describe la historia de una familia regida por la soledad y el ciclo temporal. En este relato el “Realismo mágico” se convierte en un vehículo que permite describir, de manera fantástica el entorno latinoamericano. Es aquí donde vemos que, los tropos son una herramienta indiscutible del realismo mágico.

Ante esta afirmación se aclara que la metáfora, por ser considerada un desplazamiento del sentido, y por su carácter elástico es considerada la “figura literaria englobante”. Es la metáfora un recurso indiscutible para poder enlazar el mundo de lo cotidiano, lo “real” y lo mágico; es un medio que funciona como trasporte de:- lo tangible a lo intangible.- del cuerpo al alma.- de los sensible a lo ininteligible.- del significante al significado.

Para Derrida, por ejemplo, la metáfora es el aspecto que va a diferenciar al filósofo y al sofista del poeta en el intrincado arte discursivo y los diferenciará de la siguiente manera: “El poeta se mantiene entre los dos (el filósofo y el sofista). Es el hombre de la metáfora. Mientras que el filósofo no se interesa que por la verdad del sentido, más allá incluso de los signos y los nombres, mientras que el sofista manipula los signos vacíos y extrae sus efectos de contingencia de los significantes (…), el poeta juega con la multiplicidad de los significados, pero para alcanzar la unidad de sentido” (Derrida, Márgenes de la filosofía, 2006: 287-288)
Es también la metáfora quien le da el carácter “sensible” al lenguaje y debemos entender este “sensible” como el carácter flexible que puede adquirir el discurso mediante este recurso.Luego dirá: “No hay nada que pase con la metáfora y por medio de la metáfora. Todo enunciado a propósito de cualquier cosa que pase, se habrá construido no sin metáfora” (Derrida, “La retirada de la metáfora”, 1989: 37)

La metáfora es concebida como una huella entre estos mundos, es el borde entre el logos y el “no” logos, entre la palabra y el silencio, entre la poesía y el pensamiento. Es mediante el lenguaje (la metáfora) que se pretende acceder el carácter ontológico; por eso se dice que la metáfora: crea, evade, enmascara, confunde, estira, desplaza... el sentido de los enunciados.

Se pretenderá, en el presente reporte dilucidar algunas marcas metafóricas que le dan a la novela Cien años de soledad un valor estético y además epistemológico mediante la utilización del la imagen del espejo.

La metáfora del espejo en Cien años de soledad.
Se va a considerar, para empezar, el valor de la metáfora en la estructura de la historia. Es decir, como está constituida la novela, es una construcción metafórica ya que, ésta constituye un espejo que tiene la particularidad de repetir (tiempo cíclico) la historia de manera distorsionada. Las partes de la novela repetirán discursos que pueden variar en aspectos como tiempo, personajes, situaciones, tonos… pero mantienen el estilo discursivo. Por ejemplo, el inicio de la novela, en el primer párrafo será una imagen que hará eco a lo largo del hilo narrativo: “Muchos años después, frente al batallón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en su padre lo llevó a conocer el hielo” (Márquez, 2007: 9). Seis Capítulos después dirá: “Años después, en su lecho de agonía, Aureliano Segundo había de recordar la lluviosa tarde de junio en que entró en el dormitorio a conocer a su primer hijo” (Márquez, 2007: 211)

Por otra parte, la estructura funciona como un espejo que revela y a la vez oculta información. Un ejemplo típico de esta situación es de nuevo el inicio de la novela donde se relata el fusilamiento del Coronel, hecho que será descrito en el capítulo siete: ““Tanto joderse uno”, murmuraba el coronel Aureliano Buendía. “Tanto joderse uno para que lo maten a uno seis maricas sin poder hacer nada”” (Márquez, 2007: 153)
Otro ejemplo de esta forma especular del relato está en la frase que Úrsula le dice a su hijo Aureliano cuando lo va a ver a la cárcel: “- ¿Qué esperabas?- suspiró Úrsula – El tiempo pasa. -Así es- admitió Aureliano- , pero no tanto. (Márquez, 2007: 148).Esta misma frase será una fisura que une este episodio con el del encuentro de Úrsula con su bisnieto José Arcadio Segundo (quien verdaderamente era Aureliano Segundo): “…Al reconocer la voz de su bisabuela, movió la cabeza hacia la puerta, trató de sonreír, y sin saberlo repitió una antigua frase de Úrsula.- Qué quería – murmuró-, el tiempo pasa.- Así es – dijo Úrsula-, pero no tanto.Al decirlo, tuvo conciencia de estar dando la misma réplica que recibió del coronel Aureliano Buendía en su celda de sentenciado…” (Márquez, 2007: 381)

El espejo no está únicamente representado de manera estructural-discursiva. Existen “manías” de algunos personajes que nos hacen ver la misma imagen reflejada en otros personajes¬: “Viéndolo desmontar picaportes y desconectar relojes, Fernanda se preguntó si no estaría incurriendo también en el vicio de hacer para deshacer, como el coronel Aureliano Buendía con los pescaditos de oro, Amaranta con los botones y la mortaja, José Arcadio Segundo con los pergaminos y Úrsula con los recuerdos” (Márquez, 2007: 358)
Las conductas funcionan también como imágenes especulares que le dan énfasis a la idea de circularidad.

El espejo está presente también en la idea primordial de la fundación. A José Arcadio Buendía le fue revelado en un sueño la característica de Macondo: "José Arcadio Buendía soñó esa noche que en aquel lugar se levantaba una cuidad ruidosa con casas de paredes de espejo. Preguntó qué ciudad era aquella, y le contestaron con un nombre que nunca había oído, que no tenía significado alguno, pero que tuvo una resonancia sobrenatural: Macondo” (Márquez, 2007: 34)
Tiempo después José Arcadio Buendía interpretará que el hielo era el espejo del que hablaba su sueño, pero realmente debemos comprender que el espacio al que se reduce la historia es la Casa de los Buendía: la casa es la metonimia de Macondo, los personajes son la metonimia de la casa; de esta casa que tiene “paredes de espejo” en el nivel metafórico… la casa es un espejo porque la historia es un espejo, porque la narración es un espejo.

El espejo está también representado en las características de los personajes, no sólo en el hecho obvio de la repetición de sus nombres sino en su forma de ver el mundo; por ejemplo, la personalidad de José Arcadio Buendía va a estar reflejada en sus dos hijos varones: José Arcadio heredará la personalidad extrovertida, pública… Aureliano tendrá la personalidad soñadora, privada, introvertida. A lo largo de la historia los personaje con esos nombres se características se por esos perfiles escindidos del patriarca. Sólo el último de la estirpe amalgamará ambas personalidades: “A través de las lágrimas, Amaranta Úrsula vio que era un Buendía de los grandes, macizo, y voluntarioso como los José Arcadios, con los ojos abiertos y clarividentes de los Aurelianos, y dispuesto para empezar la estirpe otra vez por el principio y purificarla de sus vicios perniciosos y su vocación solitaria, porque era el único en un siglo que había sido engendrado con amor” (Márquez, 2007: 465)

El espejo está también sugerido en la idea de los relatos paralelos; estos relatos serán un ejemplo de lo utilizado por William Shakespeare en sus obras de teatro o el recurso de Pedro Almodóvar en “La mala educación”: la técnica de “Teatro dentro de teatro”. En este caso, algunos ejemplos son:
1. La comunicación que Fernanda del Carpio con su hijo José Arcadio.
2. La comunicación que Fernanda del Carpio mantenía con los médicos invisibles.
3. La comunicación que José Arcadio con su madre Fernanda del Carpio.
4. Las dos versiones sobre la situación de los muertos de la huelga bananera, sostenidas por José Arcadio Segundo y luego por Aureliano Babilonia y por el gobierno.
5. La versión real y mítica de la vida del Coronel Aureliano Buendía.
6. Los relatos distorsionados de la realidad que Úrsula le contaba a su esposo en el castaño.

Los relatos que Úrsula le cuanta a José Arcadio son, quizá los de mayor valor semántico ya que, reelaborarán parte de la narración de la historia en vario niveles: “Ella lo bañaba por partes sentado en el banquillo, mientras le daba noticias de la familia. “Aureliano se ha ido a la guerra, hace más de cuatro meses, y no hemos vuelto a saber de él”, le decía restregándole la espalda con un estropajo enjabonado. “José Arcadio volvió, hecho un hombrazo más lato que tú y todo bordado en punto de cruz, pero sólo vino a traer la vergüenza a nuestra casa”. Creyó observar, sin embargo, que su marido entristecía con las malas noticias. Entonces optó por mentirle. “No me creas lo que te digo”, decía mientras echaba cenizas sobre los excrementos para recogerlos con la pala. “Dios quiso que José Arcadio y Rebeca se casaran, y ahora son muy felices”. Llegó a ser tan sincera en el engaño que ella misma acabó consolándose con sus propias mentiras…” (Márquez, 2007: 128-129)
Además, estas narraciones serán reforzadas en los diálogos que el espectro de Prudencio Aguilar mantenía con José Arcadio Buendía: “Era Prudencio Aguilar quien lo limpiaba, le daba de comer y le llevaba noticias espléndidas de un desconocido que se llamaba Aureliano y que era coronel en la guerra” (Márquez, 2007: 165)
Después comprenderemos que la figura de Prudencio Aguilar es Úrsula y con esta conclusión la dimensión de los relatos paralelos adquirirá mayor valor metafórico ya que los relatos están siendo doblemente paralelizados por el mismo José Arcadio Buendía quien desde el discurso de la locura y lo onírico replantea lo dicho y hecho por Úrsula y lo escucha y lo recibe de la voz y el tacto de otro ente: un espectro, mucho más familiar a su mundo que Úrsula: “Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual, con la misma cama de cabecera de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el mismo cuadrito de la Virgen de los Remedios en la pared del fondo. De ese cuatro pasaba a otro exactamente igual, y luego a otro exactamente igual, hasta el infinito. Le gustaba irse de cuatro en cuatro, como en una galería de espejos paralelos, hasta que Prudencio Aguilar le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuatro, despertando hacia atrás, recorriendo el camino inverso, y encontraba a Prudencio Aguilar en el cuarto de la realidad…” (Márquez, 2007: 165) .

Después de este panorámico acercamiento de la metáfora en Cien años de soledad vemos como, realmente, el texto presenta lo que se podría denominar una “eclosión metafórica”. Se han contemplado aquí, solamente una alusión metafórica: el espejo, a sabiendas que, existen muchas otras de invaluable valor estético, epistemológico, semántico… En el caso específico de la metáfora del espejo es necesario acotar, a modo de conclusión, que como se ha mencionado anteriormente, recalca el carácter cíclico del tiempo, los personajes, las acciones… y no podemos evitar pensar en lo que Jacques Derrida dirá al respecto de la metáfora: “¿Qué es esto sino un conjunto de pequeños símbolos que se han borrado mucho, lo reconozco, que han perdido su brillo y su carácter pintoresco, pero que siguen siendo símbolos por fuerza de la naturaleza?” (Derrida, 2006: 252)
Ante esta idea de la metáfora como una “moneda gastada” el narrador de la novela, al referirse a Pilar ternera dirá: “No había ningún misterio en el corazón de un Buendía, que fuera impenetrable para ella, porque un siglo de naipes y de experiencias le había enseñado que la historia de la familia era un engranaje de repeticiones irreparables, una rueda giratoria que hubiera seguido dando vueltas hasta la eternidad, de no haber sido por el desgaste progresivo e irremediable del eje” (Márquez, 2007: 448)

Bibliografía:
Derrida, Jacques. (2006) Márgenes de la filosofía. Madrid: Cátedra.
García Márquez, Gabriel. (2007). Cien años de soledad. Colombia: ALFAGUARA.