
La metáfora: orígenes y definiciones
Dentro de los recursos que posee el lenguaje para comunicar (o no) uno de los más importantes es el recurso de las figuras retóricas o tropos. Cuando de “tropos” se habla no nos debemos limitar a la noción académica, debemos ubicarnos, además, en el lenguaje coloquial, el que se utiliza en nuestro diario vivir.
Estas “manifestaciones literarias” en el lenguaje coloquial y hasta lumpen no son sólo manifestaciones literarias, son, en algunos casos, la manera más natural de decir algo…o en su defecto, la única manera de decirlo; nos encontramos aquí con el fenómeno lingüístico denominado: metáforas lexicalizadas.
Por esto, es de suma importancia estudiar los tropos y en este caso la metáfora, no sólo como un ornado más del discurso retórico. Es necesario profundizar en su origen epistemológico.
Se presentará en este documento una visión parcial de las características de la metáfora, el tropo englobante: inicialmente se define la metáfora como una sustitución de sentidos, esta sustitución es tan básica que incluso, y como hace mención Borges, el simple hecho de hablar representa la utilización de metáforas. Las palabras, en sí mismas, son una metáfora ya que, en la ecuación significante/significado, lo que opera es una sustitución. Esta sustitución representa, inherentemente, una extensión de sentido, un desplazamiento plurisignificativo que se define asimismo como elástico, con una fuerza semántica amplísima.
La metáfora es, a la vez, un método para eludir la censura; es decir, una válvula de escape con que se puede decir lo que “no se debería decir”.
Los orígenes de la metáfora están en la retórica y es importante destacar que cuando de Retórica se habla, se está haciendo referencia a la filosofía y al lenguaje literario. Se habla de una articulación de sistemas lingüísticos como escritura y oralidad. Es la preocupación no sólo por lo que se enuncia sino por el cómo es enunciado. Es el lenguaje en función del conocimiento y la persuasión, la elocuencia.
La Retórica fue considerada en la antigüedad clásica una ciencia, un arte, hoy en día es, además, una enseñanza, una práctica lúdica y social. Sus orígenes se remontan a un principio jurídico, un hecho político/histórico: el litigio de unos terrenos alrededor del 485, donde se manifestó la democracia siracusana: se rompe la noción de casta y se instaura la de ciudadano. Roland Barthes establece dos líneas para estudiar la Retórica: la diacrónica y la sincrónica, en esta última perspectiva se consideran los tipos de prácticas que ocupan la Retórica, entendiendo la retórica como un metalenguaje; en otra palabras: un lenguaje que habla del lenguaje.
Se advierten en la Retórica antigua tres ámbitos: inventio, que comprende la lógica del pensamiento; dispositio, donde se ubica la gramática y elocutio, relacionado con el matiz ornamental, las figuras retóricas. Esta última parte es la que realmente se conserva de la retórica antigua, ya que, como se mencionó al inicio, la utilización de las figuras retóricas no sólo es parte de lo académico sino también de lo cotidiano.
El concepto retórico de los tropos como ornamento se supera en lo denominado por Luri Lotman como la neo-retórica. Para Lotman, los tropos cumplen la función de traducir el discurso del sistema discreto de codificación: escritura, al sistema continuo de codificación: la obra artística.
Las figuras retóricas tienen una función que dista de la función de maquillar el discurso, las figuras retóricas no tienen una función inocente, por ser consideras extensiones del sentido son, o pueden ser, parte del contenido discursivo y no sólo de la forma de éste. Relacionado con este concepto Paul Ricoeur habla del concepto de “catacresis”. Este término alude a la existencia de metáforas que se usan para nombrar cosas que no tienen una “palabra” adecuada. Ante una “laguna léxica” se emplea una palabra que la sustituye: postulado de sustitución. Y es precisamente la sustitución de los que se basan teóricos como Lotman y Ricoeur para definir los tropos y se pueden resumir mediante la siguiente clasificación eje:
Metáfora: sustitución semántica por semejanza.
Metonimia: sustitución por contigüidad.
Sinécdoque: sustitución operacionalizada a partir de la parcialidad o la totalidad y la conexión entre estas.
Después de esta breve descripción de la metáfora: orígenes y crítica es necesario encaminar nuestro recorrido por dos grandes expositores de la metáfora en el género ensayo Jorge Luis Borges (con Borges, los géneros literarios no siempre están bien definidos) y Octavio Paz.
Los juegos de Jorge Luis Borges sobre la metáfora del lenguaje, la biblioteca, el libro y el universo…
En el amplio universo borgesiano, es importante reconocer el valor de los textos de Borges no sólo en el valor literario sino además en el ámbito epistemológico. Desde ahí, se considerarán dos vertientes: el universo de pensamiento borgesiano y la productividad textual borgesiana. En estas dos orientaciones, que a veces, si no es que siempre, asumen una relación simbiótica, es una constate la utilización de recursos metafóricos. La biblioteca, el libro, el laberinto, el espejo, el Quijote… son algunas de más representativas.
Se esbozará en este informe un acercamiento de algunos textos que ejemplifican la recurrente alusión a estos elementos del pensamiento y producción del escritor argentino. Los textos que se tomarán como referencia son: “La metáfora” (conferencia), “La metáfora” (artículo), “La biblioteca de babel”, “El libro de arena”, “El rigor de la ciencia” y “La esfera de Pascal”, así como los textos de Juan Manuel García ramos: “Borges y la traducción metafórica” y de Lisa Block de Behar: “Borges y la invención del hombre”, como referencias de la crítica alrededor del escritor.
Para el análisis del recurso metafórico en Borges se establecerá una división temática. Esta “división” es un intento de orden porque, como se demostrará, la relación entre las metáforas borgesianas es, prácticamente, indivisible. La limitada taxonomía que se tomará en cuenta aquí es:
La biblioteca: el laberinto, el mundo, el universo…
El libro: prisión, laberinto, infinito, monstruo, dios.
La Biblia: libro, totalidad…
Dios: metáfora… / hombre: metáfora…
El ciclo: el tiempo, el hombre, el espacio físico…
Verosimilitud y falsedad…
Tanto en “La biblioteca de babel” como en “El libro de arena” se presenta la imagen de la biblioteca (imagen de todas las bibliotecas) como un ámbito caótico, inconmensurable, rasgo que se puede constatar en el incipit de “La biblioteca de Babel”: “El universo (que otros llaman la biblioteca se compone de un número indefinido, y tal vez infinito de galerías hexagonales…”
El protagonista de “El libro de arena” decidirá deshacerse del “monstruoso” libro dejándolo “en la Biblioteca Nacional, que guarda novecientos mil libros; …” aludiendo que “el mejor lugar para ocultar una hoja es un bosque…” Es, entonces, la biblioteca, el lugar donde se depositan, se apilan, se aglomeran los libros, este tenor conlleva un vehículo interesante: los libros son los contenedores del conocimiento, por eso, la biblioteca es el mundo, el universo. Este mundo, este universo es inaprensible, inasible para el ser humano, a quien Borges denominará en “La biblioteca de babel” “el imperfecto bibliotecario”.
Se hace además una alusión al libro, y por ende a la biblioteca, como ciclo: “…Este libro cíclico es Dios)” aquí, la metáfora existe aún con más carga semántica, se da un "accidente" del sentido. El libro es cíclico, como el tiempo, como dios, inaprensible, etéreo, como el conocimiento… En “La esfera de Pascal” se recupera esta idea al afirmar que “…Dios, (…) era una esfera eterna (…) inteligible (…) intelectual”. Dios es, entonces, una gran metáfora y amparados a la tradición judeo-cristiana, si el hombre fue hecho “a imagen y semejanza” de dios, el hombre es también una metáfora: amplio, indescifrable, caótico, como la biblioteca, como dios. Aunado a esta noción, Borges establece que esta calidad inconmensurable del conocimiento representado en la esfera, en el libro, en la biblioteca, en el hombre mismo… hace que cada unos de estos elementos sean espantosos, monstruosos: “Una esfera espantosa” (La esfera de Pascal), “declinaba el verano, y comprendí que el libro era monstruoso. De nada me sirvió considerar que no menos monstruoso era yo…” (El libro de arena). Este espanto, esta monstruosidad que siente el imperfecto bibliotecario se podría justificar en la frustración de tratar algo imposible, que es además parte de sí mismo.
Existe la idea de la destrucción del libro, de la biblioteca, pero esta representaría, por tanto, una autodestrucción; no existe, por tanto, únicamente la monstruosidad en el libro (y todo lo que este representa) existe además una angustia existencial. Esta frustración se representa también en “El rigor de la ciencia” donde con el anhelo de aprehender la ciencia y el arte (de la cartografía, en este caso) el hombre emprende “misiones” que no tienen razón de ser: “un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del imperio y coincidía puntualmente con él…” El libro (de arena) es, entonces, uno de los entes que generan más frustración al lector: sus dimensiones, su contenido, su estructura, hacen que no sea posible leerlo dos veces.
El hombre se aísla, deja de vivir su vida para dedicarse al libro, por eso el libro se convierte en una prisión infinita, en un laberinto…; este laberinto está íntimamente relacionado con la Biblia: plural de libros, todos los libros.
Después de mencionar algunas de las metáforas en Borges se hablará de la dicotomía verosimilitud/ falsedad. Para eso recurriremos a lo que Borges define como metáfora y lo que los críticos dicen de las metáforas en Borges. Para Borges, cada palabra es una metáfora y por ende, en el sencillo, o complicado, acto de hablar lo que se hace es una constante metaforización. Esta dependencia del tropo en nuestro diario hablar nos podría acercar o alejar al inmenso universo del conocimiento. Esto depende del tipo de metáfora que se utilizan: podemos usar las verdaderas, las que siempre han estado, en cualquiera de sus múltiples variaciones o podríamos inventarlas: las falsas… Este binomio de lo verosímil y lo falso, está representa en el engranaje de textos borgesianos en la metáfora del libro monstruoso, en el laberinto, donde se encuentra lo verdadero pero los caminos para accederlo son inicuos… o en, en el espejo, reproductor de una realidad…o de una falsedad, pero a fin de cuentas sólo es una reproducción, un reflejo. Entonces, hablar es un riesgo de acercarse a lo falso, como el mismo Borges dice. “hablar es metaforizar, es falseas; hablar es resignarse a ser Góngora.
Es importante además recuperar la idea de que, la metáfora, al eludir la censura es capaz de “expresar verdades ocultas”. Verdades que, al ser expresadas por medio de la metáfora continuarán en el limbo de lo verdadero y lo falso. Aunque para Borges: “Lo sugerido es mucho más efectivo que lo explícito”.
Borges, en sus textos, toma metáforas, oficiales o no, del texto de cultura y las reelabora en combinaciones innovadoras. La innovación en Borges no está sólo en el recurso retórico-semántico de sus construcciones está, además, en su temática: existencial, profundamente humanista y mucha veces diseminada… etérea… inasible… como el mundo que crea.
Lenguaje y metáfora en Octavio paz.
En el manejo del discurso literario de Octavio Paz, se pueden vislumbrar dos claves temáticas: el lenguaje y lo erótico. Y es en estas dos líneas donde se esbozará, con una breve descripción, algunos aspectos en el trabajo del Premio Nobel con respecto a la metáfora.
La primera idea relacionada al tropo que hoy nos ocupa, es la que Paz plantea en su texto “La metáfora, sus términos” aquí se centra en el concepto de metáfora como desplazamiento, sustitución corporal, en este caso. Paz, siguiendo el discurso de lo erótico establece una comparación entre las partes del cuerpo vistas, socialmente valoradas y las menos “nobles”: la cara, en el primer plano; el culo, en el segundo. Recuperamos en primera instancia la noción de metáfora como celestina de lo no dicho, evasiva de la censura, establecedora de una mudanza de lo público a lo encubierto, lo silenciado. En este aspecto no sólo se asienta un desplazamiento, sino que, se establecen equivalencias entre la cara y el culo y los genitales. En la lectura se le da especial atención al culo y “sus acompañantes”: el falo y la vagina. Se dice de estos que son explosivos, que convulsionan. En estas acciones “casi primitivas” es donde, para Paz, se encuentra la riqueza de estas partes: la recuperación el hombre primordial. La cara, por su parte se equipara a estas partes en el gesto de la carcajada: explosión de la cara, acercamiento al hombre esencial, al hombre sin lenguaje. Esta carcajada (risa desmesurada) cumple la función de la metáfora en el lenguaje, es la metáfora del cuerpo: nos acerca a lo indecible, a la verdad (recordamos a Borges) nos aleja de la censura.
Paz, recupera el papel de los órganos sexuales como órganos simbólicos y como emisores de símbolos… es el discurso erótico uno por el cual se puede plantear toda una teoría: la erótica-teórica. El falo y el coño son “el lenguaje pasional del cuerpo”.
La metáfora es para Paz un elemento capaz de “permear” dos ámbitos, tal y como lo planteaba Lotman. En Paz, la metáfora es el linde entre el estado primitivo del hombre, antes del lenguaje y después de este. Es la conexión entre el significado y el significante.
El trance entre estos dos hemisferios es llamado por Paz: el "salto mortal" o el "instante eterno", representante a su vez de la carcajada., el regreso a los orígenes. Esta alusión al “instante eterno” es además una alusión constante en la obra de Paz, aunado a este: el misticismo, el erotismo, el silencio, la duda, la otredad, el yo, el espejo.
Todos estos elementos hacen de Paz, un gran exponente de la metáfora en las letras latinoamericanas. Al igual que Borges, Paz construye mundos ficticios pero en esta ficcionalización existe también un marco teórico que nos permite no sólo disfrutar de su lectura sino acercarnos a esta y otras que, como la de estos autores, poseen carácter universal.
Bibliografía.
Barthes, Roland. 1990. La aventura semiológica. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.
Ricoueur, Paul. 1980. La metáfora viva. Madrid: Ediciones Cristiandad, S.L.
5 comentarios:
Las metáforas al igual que el silencio nos llevan a lo que no nombramos, a lo que no se puede decir por eso "cuando se habla, allí está la verdad; de resto es evaporación".
El lenguaje no son las leyes ni las palabras, es el silencio de esas leyes que hace que haya una voz que no se escucha pero que está presente y es tambien una metáfora de la vida, pues los hombres sólo aprendemos a hablar escuchando y aprendiendo a los otros durante toda la vida y la construccion final que hacemos es tambien una frase que ya antes me dieron, es decir, ya existia porque incluyo al otro.
Me encantó tu blog, felicitaciones, espero poder seguir leyendo algunos de tus pensamientos de esto que llamamos vida; al igual que los de tus amigos borges, paz, benedetti... que tambien son los mios
¡Qué bueno encontrar gente interesada en estos dos grandes! Justo acabo de poner en mi blog un poema de Paz, a diez años. Si te has dado cuenta, o más bien, si yo no me he dado cuenta, ¿ha habido algún homenaje o similar para Octavio Paz en este aniversario de su muerte?
También, me gusta que le entrás al tema de la metáfora, tan desvalorizada (por desconocida) en las tendencias actuales.
Además, por si tenés interés, en la revista Espéculo n.º 37 hay un trabajo mío sobre Octavio Paz.
http://www.ucm.es/info/especulo/numero37/amo_paz.html
Muy buen blog. Segurié viniendo.
Saludos.
Gracias. Genial. En mi blog estoy empezando el tema de "el lenguaje"...Voy a publicar de Borges, Wittgenstein, Mauthner, Russell, Nietzche, y otros que irán aportando en un debate que estamos empezando.
Gracias una vez más.
Abrazo
:-)
Y de antemano gracias por tus otros aportes. Me llevo ete, por ahora
:-)
.
Muchas Gracias a vos por el geste de leerme y dejarme saberlo ;)
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